Bodega
Agrelo, Luján de Cuyo, Mendoza - Argentina
La arquitectura de la bodega es minimalista, inspirada en los colores de la naturaleza y diseñada para elaborar vinos de calidad y excelencia con un sofisticado sistema de gravedad aprovechando la geografía del terreno. Su fusión con el paisaje resulta inexorable. Los vinos de larga maceración se fermentan en piletas de cemento a temperatura controlada y en barricas de roble francés de primer y segundo uso. Diego Banfi ha hecho realidad su clara idea de vinificación moderna. La distribución edilicia está pensada para la máxima eficiencia operativa de la industria y una cómoda circulación de los visitantes. La playa de recepción, selección y molienda tiene una capacidad aproximada de 8000 kgs/hora.
La cosecha se hace íntegramente en cajas de 18 a 20 kg para asegurar el mejor cuidado de las uvas durante su recolección y transporte a la bodega. Luego se vuelcan manualmente en una mesa de selección y cuidadosamente se inicia el proceso de molienda, prensado y filtrado. Descobajadora, moledora, bombas, prensa neumática y filtros cuentan con los últimos avances tecnológicos para asegurar la máxima calidad de los vinos obtenidos. El control de la temperatura durante todo el proceso permiten obtener los mejores aromas y sabores de cada variedad. La fermentación se realiza en piletas de hormigón especialmente diseñadas a las diferentes parcelas de nuestro viñedo de Agrelo. De este modo podemos realzar la personalidad de cada uno de nuestros lotes de terroir.
Terroir
Cordón del Plata y Ribera del Plata. Dos países, dos cunas de vinos diferentes unidas por una misma palabra: plata. Color estrechamente relacionado con la luna, le dio nombre al cordón montañoso más imponente de Mendoza y a las tierras orientales que custodian el río más ancho del mundo Argentina, que proviene del latín argentum(plata), bautiza montañas y aguas, con este color único, relacionado con la magia, las leyendas y la riqueza. El río que da su nombre al Virreinato fue así bautizado a causa de los rumores que postulaban la existencia de metales preciosos. Pero también se le echa la culpa a la luna, al reflejo estremecedor que dejaba boquiabiertos a los admiradores de esas aguas únicas, dulces, infinitas.
